Arquitectura: Antoni Gaudí
Anton Gaudí i Cornet fue un arquitecto catalán que se ha ganado el lugar como uno de los arquitectos más reconocidos en la historia, también ha sido nombrado como uno de los máximos representantes del modernismo y su genialidad ha sido definida como de lenguaje arquitectónico único, personal y difícil de etiquetar.
Su revolución en la arquitectura y en las artes
plásticas se convierte en las bases del arte actual y futuro. Las obras de
Gaudí se caracterizan como una búsqueda de la perfección del arte, de la
perfección personal y de la perfección de la sociedad humana.
Nació en el año de 1852 bajo el seno de una familia de calderos, el lugar de su nacimiento se lo disputan Riudoms y Reus, poblaciones muy próximas a la provincia de Tarragona, aunque la mayoría de sus biógrafos afirman que nació en Reus. El provenir de una familia de calderos le permitió a Gaudí una especial habilidad para tratar con el espacio y el volumen mientras ayudaba a su padre y a su abuelo en el taller familiar.
Desde pequeño, Gaudí empezó a padecer de problemas reumáticos que le impedían ir a la escuela y jugar con niños de su edad. En sus temporadas de reposo se mantenía en el Mas de Riudoms, donde pasaba horas contemplando la naturaleza, dándose un origen como un contemplador de la naturaleza, de la que le atraían las formas, los colores y la geometría. Posteriormente la nombraría como su gran maestra y transmisora del conocimiento más elevado del Creador.
A los once años ya manifestaba su interés por la arquitectura y el dibujo, y en el año de 1870 con 17 años de edad se traslada a Barcelona para cursar sus estudios en la escuela de Arquitectura. A la vez que cursaba la universidad, se ocupaba de trabajar en diversos empleos que le permitían pagarse sus estudios.
Luego de obtener su título en 1878, Gaudí se estableció por su cuenta en un despacho en la calle Call en Barcelona desde inició su propio legado arquitectónico. Una de sus primeras colaboraciones fue dada con los arquitectos renombrados de la época como lo son Josep Fontseré.
El mismo año de su graduación, en la exposición universal de París tuvo un encuentro con quien forjaría una de las relaciones de amistad y mecenazgo más productivas de la historia, casualidad dada entre el artista y Eusebi Güell, su principal mecenas junto con la burguesía y el mundo eclesiástico.
Antoni Gaudí y Eusebi Güell
En 1883, luego de conocer a Eusebi, Joan Martorell le ofreció a Gaudí continuar con las obras del templo expiatorio la Sagrada Familia, la obra con la que se ocupó toda su vida y que se considera su principal realización artística, a pesar de que quedó inconclusa y sin un proyecto bien definido.
Este proyecto, antes de la llegada de Gaudí, era dirigido por uno de sus profesores Francisco del Villar.
La Sagrada Familia
Park Güell
Entre 1898 y 1904 dos construcciones marcan un cambio en su estética, mostrando lo que sería su etapa posterior, Bellesguard (Bella Vista) y la Casa Calvet. Bellesguard plasma una ensoñación gótica que se funde con el paisaje que le rodea y la Casa Calvet, con un estilo barroco y conservador, muestra a un Gaudí preocupado por los espacios interiores y por las formas orgánicas de los muebles diseñados para su decoración.
Bellesguard
Luego vendría la Casa Batlló (1904-1906), siendo la única obra de Gaudí que es 100% modernista y uno de los máximos exponentes del movimiento a nivel mundial. Es una obra inspirada en el Mar Mediterráneo que cuenta con la plenitud y libertad creativa del artista. Lo que al principio era una simple reforma de un edificio ya construido, le dio la oportunidad a Gaudí una obra poética. La fachada, ondulada verticalmente, está revestida en fragmentos de vidrio y una gama de diferentes colores. La parte baja del edificio fue sustituida por una base ondulante talladas en piedra, que integran balcones y en los que se ven algunas delicadas columnas con temas florales. En esta obra se encuentran tres distintos lados del Gaudí: el de arquitecto, el de decorador y el de escultor.
Casa Batllò
Este período de su carrera concluye con Casa Milà o La Pedrera (1906-1912), concebida más como una casa moderna que modernista, con la cual Gaudí cerró una etapa y puso fin a las colaboraciones con la burguesía en medio de las controversias generadas por la obra. Esta obra destaca por la impresionante fachada en la que fue concebida como una gran masa de piedra ondulante sin líneas rectas. En el tejado utiliza formas abstractas y vanguardistas que sirven de accesos, chimeneas o puntos de ventilación.
Casa Milà
A partir de 1912 y hasta su muerte, Gaudí abandonó toda ocupación para centrarse únicamente en la construcción de la Sagrada Familia, obra en la que ya llevaba 30 años trabajando. Allí, en el templo, se instaló a vivir en su estudio, en uno de los barrios más humildes de la ciudad, sumergiéndose completamente en su trabajo y en la vida asceta.
Antoni Gaudí murió el 10 de junio de 1926 atropellado por un tranvía mientras se encaminaba, como cada anochecer, hacia la Sagrada Familia desde la iglesia de Sant Felip Neri. Después del golpe perdió la conciencia y nadie sospechó que aquel anciano indocumentado y de aspecto descuidado era el célebre arquitecto. Fue trasladado al Hospital de la Santa Cruz, donde sería reconocido por el cura de la Sagrada Familia. En entierro tuvo lugar un día después en la Sagrada Familia, luego de un multitudinario funeral; buena parte de los barceloneses salieron a la calle para arle un último adiós a Gaudí, el arquitecto más universal que la ciudad haya visto.
Funeral de Gaudí
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